Picar Papaya
En el 2010 salió al mercado la aplicación Fruit Ninja. Era un juego sencillo, un sensei te mandaba, junto con un sable, a practicar los movimientos del karate picando frutas. En la primera versión del juego diferentes frutas cruzaban la pantalla cada vez más rápido y uno debía pasar el dedo por la pantalla para rebanarlas con el “sable”. De vez en cuando aparecían bombas que no debían ser cortadas ya que al tocarlas el juego acababa. Fruit Ninja ha sido de los pocos juegos con los que me he aficionado: las ilustraciones eran bellas y la misión sencilla: picar fruta. Lo único que se exigía de nosotros es que dejáramos una montaña virtual de fruta lista para consumir por el exigente sensei digital.
Cocinar, particularmente en los últimos años, es una actividad bastante popular. Muchas páginas y blogs de cocina tratan de convencernos de que cocinar puede ser un momento de relajación y encuentro con uno mismo. Yo disfruto mucho de todos los procesos alrededor de la cocina, pero dadas las circunstancias actuales puedo entender por qué la mayoría de las personas que están en sus casas han llegado a odiar la palabra.
El asunto es que la misma sensación de tranquilidad y bienestar que recibía con Fruit Ninja lo he encontrado en la vida real: picando papaya. Es extremadamente relajante tomarse el tiempo necesario para procesar una papaya hasta convertirla en fruta lista para el desayuno.
La papaya, al contrario de otras frutas o verduras que uno puede también picar, es suave. En otras palabras, se deja pelar. Pelar una medialuna de papaya es más manejable física y emocionalmente que, digamos, una manzana o una pera. La papaya es una fruta nobilísima. Se deja manipular fácilmente y encima de todo es tan buena para nosotros que a los pocos días de consumirla es posible ver cambios positivos en la piel.
Por supuesto que la papaya no es un gusto universal. Hay quienes le huyen alegando que el sabor y olor es el mismo que el de sustancias mucho menos nobles. ¿Qué esperamos de una fruta que más que comida parece un huevo perdido de dinosaurio? La berenjena es otro vegetal que transmite la misma paz durante su picadura, pero lamentablemente no es de consumo inmediato. Y es ese quizás el mayor atractivo de picar papaya. Un jueves por la tarde, digamos, con el terciopelo del atardecer entrando por la ventana queremos empezar actividades que tengan un final específico y próximo. Preparar una cena o almuerzo puede ser relajante, pero requiere de mucho más compromiso de nuestra parte. Al cortar el último cubito de papaya hemos acabado, no hay más que hacer excepto remojar la tabla y cuchillo utilizados; una cuchara si somos muy delicados. La elegancia de una actividad que requiere pocos instrumentos. Seguro que un capítulo perdido de Sidharta muestra al príncipe picando fruta para otras personas.
Al final nos pudimos regalar entre 30 y 40 minutos sin una pantalla en frente o no tuvimos que participar de una conversación virtual. Con la recompensa adicional de que ahora tenemos fruta lista para cuando queramos volver a escapar un par de minutos del asedio de lo digital y merendar con un poquito de fruta.